viernes, 14 de septiembre de 2012

LA NATURALIDAD


¡Hola a todos!

En este post vamos a comentar la importancia de la naturalidad en la escritura.
Cuando me inicie en la escritura, (hablo de cuando hice mi primer ejercicio de escritura para leer a mis compañeros de taller) noté que mi manera de escribir no era suficientemente “sincera”; con sincera quiero decir, que no escribía como “yo misma”, la verdad es que siempre intentaba escribir como el autor de alguno de mis libros favoritos, que normalmente solían ser escritores de 1.900… algo, y lo que lograba con esto era obtener textos del tipo:

“La noche en su magnificencia  cobijaba nuestros cuerpos con su absoluto manto estelar dejándonos atónitos ante su increíble e incomparable belleza.”

¿Qué sucede al leer un párrafo como el anterior?  Que no lo creemos porque está escrito de una manera muy artificial, está sobre cargado de lenguaje literario.
Habitualmente, cuando leemos un libro, sabemos que lo que estamos leyendo no es cierto, pero no pensamos en eso, porque las historias están contadas de una manera tan real y creíble que no nos dan oportunidad de pensar que lo leído no ocurrió. Es un pacto entre el lector y el escritor. El escritor lo hace parecer real  y los lectores  lo creen.
Este es unos de los problemas que suelen surgir en los inicios de la escritura, pensamos que al tener una escritura más formal y literaria convenceremos más y es al contrario. Esto sucede porque exceso literario  crea el uso de un vocabulario no habitual, que hace que el lector no se identifique con los diálogos, ni con los personajes, por eso suena a historia falsa y el lector termina por no continuar con la lectura, rechaza el pacto.

Leer el siguiente párrafo:

“Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací,  cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copper­field, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata, y, segundo, porque a mis pa­dres les daría un ataque si yo me pusiera aquí a hablarles de su vida privada. Para esas cosas son muy especiales, sobre todo mi padre. Son buena gente, no digo que no, pero a quisquillosos no hay quien les gane. Además, no crean que voy a contarles mi autobiografía con pelos  y señales. Sólo voy a hablarles de una cosa de locos que me pasó durante las Navidades pasadas, antes de que me quedara tan débil que tuvieran que mandarme aquí a reponerme un poco. “

Es el primer párrafo de El guardián entre el centeno de J.D Salinger. Este es un buen ejemplo para notar como de una manera sencilla se puede captar al lector desde el inicio de una historia. En este párrafo podemos resaltar el uso de un vocabulario comprensible y natural, sin exceso de retorica, frases cortas y directas y el uso de un narrador en primera persona (mas adelante tendremos un post exclusivo para los narradores) que hace que el relato sea aun más creíble, el estilo de este autor no es frio, ni exagerado, ni muy formal, al leerlo sentimos como si “Holden” el protagonista, nos estuviera hablando directamente a nosotros.
Recordar que no por usar más palabras elegantes y rebuscadas en nuestros textos nuestras historias funcionaran mejor, debemos intentar ser únicos, como nuestros personajes. De esto se trata el ejercicio de hoy. Vamos fijarnos como hablan las personas que tenemos a nuestro alrededor,  el vocabulario que usan, las muletillas, si usan frases cortas o frases largas, la manera en que hablan cuando cuentan una experiencia propia y cuando cuentan las historias de los demás, si las frases tienen una secuencia lineal ó si se devuelven y repiten. Escoge el que te parezca más llamativo e intenta contar una historia como si fueras él, desde su perspectiva, a ser posible escoge a alguien diferente a ti, del sexo opuesto, de edad mucho mayor o menor que tu,  no tienes que escribir un relato, simplemente una escena, 5  ó 10 líneas, pero metete en la piel de tu narrador y usa sus palabras, sus pensamientos, sus gestos, sus sensaciones.
Otro ejercicio aun más sencillo es escribir desde tu propia perspectiva, pero no como si escribieras una carta a alguien, sino de manera que tuvieras una conversación con alguien, de esta manera usaras tu lenguaje  y tu manera de hablar habitual y te darás cuenta que esto es más creíble que cuando escribes algo lleno de adornos retóricos.

Espero les guste y les sea útil el post de hoy.

Hasta la próxima.

martes, 4 de septiembre de 2012

EL BLOQUEO LITERARIO


¡Hola a todos!

En este post trataremos sobre el bloqueo literario.
Resulta que todos tenemos dentro un creador y un crítico. EL CREADOR  es el que se apodera de nosotros en la primera fase de la escritura, es ese al que damos rienda suelta, al que dejamos desbocar sobre el papel y con él cual disfrutamos inventando, transformando y creando todo tipo de historias.Cuando el creador ha terminado su trabajo llega el turno de EL CRITICO.  Aunque parece que este hiciera el trabajo sucio, no es así, es un complemento del  creador. El crítico es el que empieza a juzgar, el que dice que la primera frase es cursi, el que cree que al personaje le falta fuerza, al que no le gusta la historia, al que no le gusta el narrador, ó el final, etc.
¿Qué sucede cuando uno de estos individuos llega a destiempo en el proceso de escritura? El bloqueo literario. Me explico, cuando te enfrentas a la hoja en blanco y ya tienes en la cabeza una idea que quieres plasmar, debes hacerlo, debes escribirla, déjale eso al creador, escribe todo lo que te apetezca y se te ocurra. Si en la primera línea empiezas a pensar que es muy cursi, o que es un mal comienzo para un cuento es porque se te ha adelantado el crítico.
Cuando el crítico se adelanta no nos deja escribir, por alguna extraña razón somos muy duros con nosotros mismos, no debería ser así, para eso estamos practicando y nos estamos informando, preparando.  El mejor momento para el crítico será en el segundo encuentro que tengas con tu texto ya terminado. O sea, que escribes una historia con su estructura tradicional (inicio, nudo, desenlace), la dejas en reposo, por lo menos de un día para otro, es lo que yo suelo hacer y cuando la vuelvo a leer es cuando traigo al crítico.  Así tengo una mirada  más objetiva que la que tenía el día anterior cuando estaba totalmente poseída y cegada por la inspiración. Es ahí cuando descubro, en mi caso, que tengo dos párrafos idénticos al inicio del cuento, que le falta fuerza a la historia, que repito la misma palabra varias veces en un párrafo, etc.

¿Cómo resolver el bloqueo?
Lo primero es no darle tanta importancia, es un bloqueo creativo como cualquier otro y surge para no dejarnos escribir tonterías, pero ¿Qué es mejor? ¿Escribir tonterías y luego corregirlas y reescribirlas ó tener una hoja en blanco?
No debemos crearnos demasiadas expectativas con lo que escribimos, no se debe pensar que será el mejor poema, ni el relato más premiado, ni imaginar nuestros textos en antologías. Lo importante es disfrutar del proceso, de la creación, de la corrección y del aprendizaje.
Algo muy  importante es no caer en la procastinación, es decir, postergar nuestros escritos cada vez que nos sentemos frente a la hoja en blanco. Lo ideal es escribir y escribir.
Para cerrar el post  les voy a recomendar la escritura automática. Consiste en dejar la mente en blanco, y ya sea por medio de un lápiz, bolígrafo o si tenemos más experiencia, el teclado de un ordenador ir escribiendo todas aquellas palabras que nos vienen a la mente cuando no pensamos en nada. Una norma para llevar a cabo este ejercicio es no corregir, no nos vamos a preocupar por las tildes, por los signos de puntuación o si escribimos v en vez de b y viceversa, cierto que escribir correctamente es importante, pero si nos ponemos a corregir, nuestro cerebro crítico y correcto se pondrá a corregir todo lo que hayamos escrito, empezaremos a pensar “esto es absurdo” y el ejercicio perderá su valor.
Esto suelo hacerlo muy a menudo, siento que me relaja y me saca cosas de la cabeza. Les dejo el resultado de mi primer ejercicio de escritura automática.
Como todo  siempre,  el cielo, calor, la piel seca, un agapornis, sentada, me duele,  tengo sed, sueño,  y los ojos de sueño, tengo que ir a la pelú, más gorda,  lo odio,  si , si  se va no lo sé,  lo quiero, se va , la niebla, el  sueño,  no quiero pelear,  lloro ,no quiero pelear, a veces, siempre a veces, no lo sé, nunca, otra vez no quiero, otra vez peleo.

No tiene mucho sentido, aunque luego con él tiempo empiezan a tener un poco más de coherencia, es un ejercicio para relajar la mente y expulsar lo que hay por ahí. De algunos de estos ejercicios me han salido buenas ideas y a veces alguno tiene forma de micro relato, claro, después de haber pasado por manos del crítico. Lo que también podéis hacer es escribir una historia a partir del producto del ejercicio.
¡Ánimo! Nada de postergar el momento de escribir.

Un abrazo fuerte